El 30 en la madrugada abrieron el carro por segunda vez en menos de un año. Esta vez con consecuencias más costosas: un vidrio roto y la base del equipo nuevo robada. Todo esto sucedió en el estacionamiento del edificio donde resido y del cual gracias a Dios debo mudarme antes de julio de este nuevo año.
La indignación, frustración, tristeza y sobre todo, el miedo invadieron (e invaden pero hay que eschar pa´lante) todo el viernes y el sábado antes del feliz año, porque al sentierse vulnerado de ese modo e inseguro en tu propia casa, es difícil reponerse.
A pesar de todo esto, siempre hay que agradecer que no fue peor, que no hubo heridos, que no estábamos en el carro, que cuando me asomé y bajé con las piernas temblorosas no había nadie cerca... en fin, el perenne e interminable síndrome de Estocolmo con el que vivimos en Venezuela a diario. Faltaba más, residimos en una de las ciudades más peligrosas del mundo.
En todo caso, habrá que seguir trabajando muy duro para comprar otro equipo y no caer en los mismos errores, es decir, ahora a pesar de que sea frontal y se puede sacar sólo la parte de adelante del equipo, en el estacionamiento de la casa, sacaremos el equipo completo con base y todo. También aprendimos que debemos estacionar el carro más atrás para ver una esquinita desde la casa... en fin, todo tiene su enseñanza, sobre todo, las peores cosas que pasan.
No obstante todo esto, sigo pensando que 2005 fue un buen año, pero tengo la plena certeza de que 2006 va a ser mejor aún.
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